lunes, 6 de abril de 2015

Honduras: Porque olvidarlos,no es posible

"Que no vuelvan a sentarse en el suelo a menos que sea para jugar."
Viendo al futuro, pienso en aquel momento del pasado en el que mi país, Honduras se queda sin jóvenes. Sin esa hermosa fuerza motora que marca el estado del equilibrio, entre un recién pasado y el porvenir.
Un hueco enorme se avisora en la calzada que determina nuestro trayecto hacia la futura sociedad. Un abismo inmenso cual el que, al mirar hacia abajo, no se encuentra fondo alguno.
Igual pienso de las aves que emigran de uno a otro extremo sobre el planeta. Que si sus vuelos son por la seguridad de prolongar su existencia o de alejarse del climax de la depredadora violencia que determina vivir o morir en su medio ambiente.
                                                                    

Oscuros nubarrones estremecen el firmamento catracho.
 En mi país, la esperanza se esta muriendo. De pronto solo quedan espacios vacíos y sueños reventados y un resto de cabellos blancos con energía languideciente.
La Patria se detiene sin la fuerza energética que en la juventud florece. Se queda sin sueños. Y cuando te das cuenta, solo ves aquellas raíces profundas tratando de extraer de su suelo los últimos nutrientes que quedan.

Una Patria envejecida donde se marchitan las flores antes que llegue el gorrión a recoger su miel o la abeja, a embarrarse de polen.
La Patria muere silenciosamente y la esperanza agoniza con ella. Se ha convertido en un desierto vacío donde las hienas se hartan entre sí, desangrándose progresivamente. La Patria se muere cuando la juventud se desarraiga.


                                                      DIAMANTES VALIOSOS...
                                                                   
   
Los estudiantes caídos, asesinados a mansalva, se convirtieron en diamantes. Ya no los pueden manchar. Su memoria esta acrisolada por el contenido. Brillaran en los 112,044 kilómetros cuadrados de tierra donde un hondureño pensante tenga conciencia.
Pero si es verdad, hay muertos que nunca mueren. Porque quedan alojados en nuestras almas. Y de allí, no nos los roba nadie. A estos estudiantes asesinados por la justa protesta, por estar cansados de estar sentados en el suelo y solicitar pupitres, seria un error olvidarlos. Porque olvidarlos, es esperar que vuelva a suceder. Que no vuelvan a sentarse en el suelo, a menos que sea para jugar.
No sólo con ilusión y entusiasmo se cambian las cosas, hace falta ponerlas a trabajar y acudir a la movilización y organización como herramienta de lucha para hacer frente a un contrincante que atenta contra los derechos y libertades de las personas. 
                                               

Un pueblo unido, jamás será vencido.
Podré olvidar la baleada de 273 lempiras. Pero jamás la lucha de Elempira.
Olvidarlos nunca. Nunca olvidarlos. Ya no existe permiso para memoria corta. La lucha sigue...

Lunes,6 de  Abril 2015.

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