martes, 24 de marzo de 2015

Honduras: Teatro Bambú: 25 años entre alegrías y tristezas

 Escrito por Edgar Soriano | Marzo 23 del 2015   Secciones: Cultura
Entre el 23 y 28 de marzo la ciudad de Tegucigalpa es escenario del 25 festival internacional de las artes escénicas de Bambú.
 El festival de Teatro Bambú surgió en 1990 y se ha convertido en un referente centroamericano de encuentro de las artes escénicas en la capital de Honduras. En 25 años el teatro Bambú ha realizado giras por los 18 departamentos de Honduras, ha participado en diversos festivales internacionales y sus montajes teatrales han tenido variados enfoques con la participación de directores de teatro nacionales e internacionales.
En este 25 aniversario participaran representantes de 11 países con espectáculos teatrales, magia y conciertos musicales en el Teatro Nacional Manuel Bonilla, La UNAH, la Biblioteca Nacional, La Alianza Francesa, el Redondel de los Artesanos, el MIN y el restaurante Sabor y Arte. Este grupo está conformado por actores y gestores culturales, entre ellos Edgar Valerano (director de Teatro Bambú), Danilo Lagos, Luisa Cruz, Felipe Acosta, Karla Núñez, Alfonso Valeriano, Rafael Amador, Mariano Rodríguez, Marcos Licona y otros recién integrados miembros que trabajan en el relevo generacional a lo interno del grupo. 
Desconociendo todo el esfuerzo del grupo teatral Bambú el régimen político que dirige el Partido Nacional en su ya acostumbrado actuar elimina la exoneración del uso del Teatro Nacional Manuel Bonilla a cambio le cobra al grupo organizador 30,000 lps. por 5 días de uso. En épocas anteriores este festival recibía exoneración como parte de la colaboración estatal al encuentro cultural escénico, orgullo de nuestra nación. La responsable directa es Fidelia Molina directora de la Dirección de Arte y Cultura, tercera en las funciones gubernamentales luego de los periodos llenos de ineptitud de Bernard Martínez y Tulio Mariano Gonzáles. 
Fidelia Molina representa a pie juntillas los sectores más retardatarios de la política hondureña y sus elites cerriles. El desprecio por el arte y la marginación de los escenarios intelectuales demuestran que los tecnócratas al servicio de los “poderosos” solo están interesados en sacarles dinero a los recursos del territorio y en militarizar la población ante el caos histórico. En definitiva es el letargo histórico impuesto por los grupos que se regocijan como “chanchos en lodazal” en la opulencia intramuros cegándose ante el hambre de los millones que están sudando y sangrando por Honduras. 
Pese a todo obstáculo el grupo Bambú demuestra que en Honduras hay ciudadanos y ciudadanas que construyen elementos de creación y participación. Son representaciones esenciales de esperanza en un escenario de marginación y violencia. La ciudadanía de estas Honduras debe integrarse a este esfuerzo colectivo que busca generarle a la nación un avance hacia la construcción de un país de dignidad, inclusión y soberanía.               
                                                                       

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