lunes, 26 de enero de 2015

Las espadas sobre Colombia


                                                             Pastrana, Uribe, Santos.

Escrito por Alberto Pinzón Sánchez   Agencia de Noticias Nueva Colombia, ANNCOL
Todos los colombianos sabemos de la cerril oposición de Uribe Vélez y sus seguidores al proceso de paz que se desarrolla en la Habana y, casi todos nos preguntamos el por qué. Varias respuestas han sido dadas.
La más creíble es la que en el marco de la lucha de clases que se libra encarnizadamente en Colombia, ubica también una contradicción “horizontal” o interna por la hegemonía en la conducción del aparato Estatal, entre dos fracciones de las clases que conforman el bloque oligárquico dominante, instigada a su vez desde los EEUU por los intereses de los dos partidos enfrentados allá: Los republicanos que atizan a Uribe, mientras los demócratas azuzan a Santos.
La guerra sucia de baja intensidad (GSBI) o contrainsurgente anticomunista que se libra actualmente en Colombia, llamada por los Santistas “conflicto interno” y por los Uribistas “amenaza narco-terrorista”, que de ninguna manera es una cuestión de nombre, sino de profundas e históricas connotaciones político económicas sobre la continuidad o no del modelo oligárquico de desarrollo neoliberal de Estado colombiano vigente desde hace 40 años; finalmente ha llegado de manera seria a las alturas oligárquicas donde se debate si es el momento de concluirla, o no.
Decisión trascendental para el pueblo trabajador colombiano que está sometida a su vez a dos premisas geoestratégicas: Una, la de los demócratas gobernantes en los EEUU, quienes consideran que para enfrentar en mejor posición los retos que demanda la crisis de decadencia del Imperio y la amenaza de la “multipolaridad” del sistema capitalista del imperialismo global es necesario hacerse fuerte en su Patio Trasero, para lo cual urge resolver los dos conflictos heredados de la guerra fría pasada: el bloqueo a Cuba y la Guerra Sucia de Baja Intensidad en Colombia, para concentrarse en el proceso Venezolano que si constituye en la actualidad un peligro tanto político (Bolivarismo) como un riesgo económico (oferta abundante de petróleo para el mercado mundial y petróleo para Cuba).
Y otra, la visión enfrentada de los republicanos, quienes desde la cámara de representantes donde dominan, consideran por el contrario que el bloqueo a Cuba, la guerra anticomunista en Colombia y la suculenta Venezuela, no las puede soltar el águila imperial, para no dar muestras de debilidad ante las potencia emergentes retadoras y para no defraudar a los demás países clientes y mafias electorales de Miami que confían en la invencible potencia militar del “tío Tom”. Esta visiones geoestratégicas enfrentadas, actualmente cursan en los procesos políticos de los EEUU.
Así pues que el proceso de paz de la Habana entre el Estado colombiano y las Farc con el fin de finalizar el aspecto armado del conflicto social (al cual se pretende sumar el ELN y los restos del EPL) está cruzado por 4 espadas:
1- La contradicción de la política geoestratégica entre demócratas y republicanos en el seno de la clase dirigente en EEUU.
2- La contradicción histórica indisoluble que ha atado, y actualmente ata aún más, los destinos antiimperialistas y patrióticos de Colombia con los de Venezuela.
3- La contradicción no del todo resuelta entre las dos fracciones Santistas y Uribistas de la clase oligárquica dominante en Colombia.
4- La contradicción política que surge de la confrontación militar en Colombia; es decir la llamada “correlación de fuerzas” en el territorio patrio, que es lo que se ha estado tratando de resolver con la finalización del conflicto y que posiblemente la clase dominante no ha sabido interpretar, cuando las FARC (con una excelente disposición humanitaria) ha decretado una “tregua militar indefinida”, interpretada por los dominantes y sus militares gringófilos (quienes saben de sobra que el conflicto colombiano no tiene solución militar sino política) pero insisten en presentar a la galería pública una derrota militar “inminente” de la insurgencia colombiana y por eso, la triste y desapacible noticia de que la tregua indefinida de las Farc está siendo derrotada o se puede acabar por los continuos ataques militares, cercos de aniquilamiento y provocaciones armadas continuas que las tropas del ministro Pinzón (quien actúa de acuerdo con su jefe Santos) desarrollan todos los días.
Santos enfrascado en la manzanilla electorera, la cual cree es lo fundamental para finiquitar el pleito con su rival Uribe Vélez y, obnubilado con la neblina mental (malintencionada) que le trasmite diariamente en los datos militares su ministro Pinzón; no se ha dado cuenta, todavía, que el fondo de la táctica política de Uribe Vélez consiste en igualarlo en el descredito con Pastrana con el “ni- ni”: Ni derrotó a las Farc. Ni logró finalizar el conflicto, sin importar un bledo lo que siga: después Dios dirá parece ser el Palio de la cruzada Uribista.
De ahí sus virajes sobre lo acordado en la Habana, excluyendo la participación popular y centrando toda en conciliábulos oligárquicos manipulables:
a) No se necesita refrendación a lo pactado en la Habana, todo es cuestión de arreglar un renglón en el preámbulo del acuerdo de los 5 puntos. (Luis Carlos Restrepo, Hernando Gómez Buendía)
b) Hemos recapacitado y ya no vemos la necesidad de hacer una Constituyente, es mejor un “congresito” (Uribe Vélez)
c) La “corraleja” de las fuerzas guerrilleras, apostillada con esta frase del asesor militar de Uribe Vélez Alfredo Rangel y que debe quedar grabada en piedra: “Los crímenes de la guerrilla desaparecen cuando se concentre”.
Rómpase la tregua indefinida decretada por las Farc, o continúe; las mayorías progresistas democráticas y el pueblo trabajador colombiano, sabedores de que la Guerra Sucia de Baja Intensidad o contrainsurgente anticomunista que se desarrolla en Colombia desde hace 70 años con la resistencia armada popular que esta ha generado, no tienen solución militar sino política, debemos seguir insistiendo hasta el infinito en la Solución Política del mismo, sin importar los avatares o circunstancias o imponderables que surjan en el desarrollo de las 4 contradicciones antes enumeradas.
Nada ni nadie nos debe hacer cambiar de rumbo estratégico. Esa será la contribución del pueblo trabajador colombiano a la historia continental de “Nuestramérica”, laque se está escribiendo con tanto sudor y sangre desde aquella oscura noche cuando don Cristóbalito Colón con un gorro rojo llegó a Guanahani en tres carabelas hablando idioma ladino, y el Patriarca de García Márquez, confundido y azorado lo vio desde su balcón presidencial.


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