miércoles, 28 de agosto de 2013

SIRIA: Washington, Londres y Paris hacen sonar los tambores de guerra. // Washington, Londra e Parigi stanno battendo i tamburi di guerra. // Washington, Londres et Paris battent les tambours de la guerre.



Una vez más, las fuerzas del terror amenazan al mundo con más destrucción valiéndose de mentiras y componendas. Por lo menos, que nos quede el derecho a desmontar las tramas y calumnias y la tranquilidad de conciencia de no haber contribuido con nuestro silencio a un nuevo genocidio.  Pon a circular esto al mayor número posible de tus contactos.  Que el mundo sepa que el PREMIO NOBEL DE LA PAZ está orquestando un nuevo crimen con sus aliados de siempre.
¿Están dispuestos los occidentales a bombardear Siria?

por Thierry Meyssan

Fingiendo creer en la existencia de un ataque químico del gobierno sirio contra su propio pueblo, Washington, Londres y Paris hacen sonar los tambores de guerra. ¿Hay que tomar en serio esas amenazas provenientes de los mismos Estados que llevan 2 años anunciando la caída inminente de Siria? Aunque es una opción que no puede excluirse, Thierry Meyssan piensa que es menos probable que una intervención organizada por Arabia Saudita. Toda esta agitación tendría como objetivo poner a prueba las respuestas de Rusia e Irán.
Red Voltaire| Damasco (Siria)| 27 de agosto de 2013
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¿Qué mosca ha picado al Premio Nobel de la Paz Barack Obama? El domingo 25 de agosto de 2013, la Casa Blanca publicó un comunicado en el que un alto funcionario anónimo afirmaba que hay «muy pocas dudas» del uso en Siria de armas químicas contra la oposición. El comunicado agrega que el consentimiento de Siria para permitir que los inspectores de la ONU penetren en la zona del ataque químico llega «demasiado tarde para ser creíble».
Si bien el uso de armas químicas en la periferia de Damasco reportado el miércoles 21 de agosto de 2013 parece bastante probable, el Consejo de Seguridad de la ONU no concluyó que fuese atribuible al gobierno sirio. En una reunión urgente solicitada por los occidentales, los embajadores quedaron sorprendidos cuando su colega ruso les presentó fotos captadas por los satélites de su país en las que pueden verse los disparos de 2 obuses –a las 01 horas y 35 minutos de la mañana– realizados desde la zona de los rebeldes en Duma hacia las zonas, también rebeldes, que resultaron afectadas por los gases –en Jobar y entre Arbin y Zamalka– en horarios que coinciden con los incidentes reportados. Las fotos de los satélites rusos no permiten determinar si se trata de obuses químicos pero sugieren que la «Brigada del Islam» que ocupa la localidad de Duma quiso matar tres pájaros de un tiro: eliminar a sus rivales en el seno mismo de la oposición, lograr que se acusara a Siria de usar armas químicas y contrarrestar al mismo tiempo la ofensiva del ejército sirio contra las posiciones de los grupos armados que hostigan la capital.
El gobierno sirio no es signatario de la Convención contra las Armas Químicas –como tampoco lo es su enemigo israelí– y dispone de ese tipo de armamento. Pero los yihadistas también lo tienen, como ya lo confirmó Carla del Ponte en declaraciones que desataron la cólera de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Ya en diciembre de 2012, el Ejército Sirio Libre difundió un video en el que realizaba un experimento de laboratorio con un gas venenoso y amenazaba con utilizarlo contra los alauitas. Esta misma semana, el gobierno sirio descubrió en las afueras de Damasco varios escondites que contenían armas químicas, mascaras antigases y dosis de antídotos. Los productos provenían de Arabia Saudita, Qatar, Estados Unidos y los Países Bajos. Es, por cierto, a pedido del gobierno sirio –y no de los occidentales– que los expertos de la ONU se encuentran en Siria por dos semanas para investigar las alegaciones de uso de armas químicas. Para terminar, el 29 de mayo de 2013, la policía turca arrestó una docena de miembros del Frente al-Nusra y les confiscó armas químicas destinadas a su uso en Siria.
A pesar de todo eso, el presidente Obama reunió su Consejo de Seguridad Nacional el viernes 23 de agosto para examinar las opciones de ataque contra Siria en presencia de su embajadora en la ONU, Samantha Power, cabecilla de los halcones liberales. Decidió entonces reforzar la presencia de la marina de guerra estadounidense en el Mediterráneo con el envío del buque de guerra USS Ramage, un destructor portador de misiles crucero, que se une a otros 3 –el USS Gravely, el USS Barry y el USS Mahan– que ya estaban en la zona.
El sábado, el presidente Barack Obama se comunicó telefónicamente con el primer ministro británico David Cameron. Y el domingo habló con el presidente francés Francois Hollande. Los tres estuvieron de acuerdo en que había que intervenir, pero sin precisar cómo. También el domingo, el secretario de Estado John Kerry llamaba a sus homólogos del Reino Unido, Francia, Canadá y Rusia para decirles que Estados Unidos está convencido de que Siria había traspasado la «línea roja». Sus tres primeros interlocutores lo escucharon asumiendo lo que los militares llaman «posición de firmes». Pero el ministro ruso Serguei Lavrov le expresó su asombro ante el hecho que Washington se pronuncie antes del informe de los inspectores de la ONU y le advirtió sobre las «consecuencias extremadamente graves» de una intervención en la región.
El lunes, el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, estaba en Qatar y debía viajar después a los Emiratos Árabes Unidos para coordinar con ellos mientras que el consejero israelí de seguridad nacional –general Yaakov Amidor– era recibido en la Casa Blanca. En una conversación telefónica entre el primer ministro británico David Cameron y el presidente ruso Vladimir Putin, este último subrayó que no existe prueba alguna del uso de armas químicas por parte del gobierno sirio. Por su parte, el viceministro chino de Relaciones Exteriores, Li Baodong, telefoneó a su homóloga estadounidense Wendy R. Sherman exhortando Estados Unidos a la cordura. Consciente del riesgo de una guerra regional, cuyas primeras víctimas serían los cristianos del Oriente, el papa Francisco I reiteró sus llamados a la paz.
¿Debemos pensar que los occidentales van a entrar en guerra sin un mandato del Consejo de Seguridad, como lo hizo la OTAN en Yugoslavia? Es poco probable porque la Rusia de aquella época estaba en ruinas mientras que hoy en día tendría que intervenir, después de haber emitido 3 vetos para proteger a Siria, o renunciar a toda acción internacional. Sin embargo, Serguei Lavrov descartó sabiamente una Tercera Guerra Mundial. Precisó que su país no tenía intenciones de entrar en guerra con nadie, ni siquiera por el tema sirio. Podría tratarse por lo tanto de una intervención indirecta en apoyo a Siria, similar a la acción de China durante la guerra de Vietnam.
Irán anunció, por boca del jefe adjunto de su estado mayor, el general Massud Jazayeri, que para Teherán el ataque contra Siria sería la violación de la «línea roja», precisando que si la Casa Blanca pasa a la acción tendrá que enfrentar «graves consecuencias». Es evidente que Irán no tiene los medios que posee Rusia, ni tampoco sus alianzas, pero no hay que olvidar que está entre las 10 primeras potencias militares a nivel mundial. Partiendo de esa base, atacar Siria sería arriesgarse a una respuesta contra Israel y a sublevaciones en gran parte del mundo árabe, sobre todo en Arabia Saudita. La reciente intervención del Hezbollah libanés y las declaraciones de su secretario general Hassan Nasrallah no dejan lugar a dudas en ese sentido.
Interrogado por la prensa rusa, el presidente sirio Bachar al-Assad declaró:
«Las declaraciones de los políticos estadounidenses, occidentales y de otros países constituyen un insulto al sentido común y una expresión de desprecio por la opinión pública de sus pueblos. Es algo que no tiene sentido: se acusa primero y después se reúnen las pruebas. Eso lo está haciendo un país poderoso, Estados Unidos (…) Son acusaciones exclusivamente políticas, responden a la serie de victorias registradas por las fuerzas gubernamentales sobre los terroristas.»
En Rusia, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento ruso, el periodista y especialista en geopolítica Alexei Pushkov comentó a través de su cuenta de Twitter: «Washington y Londres han declarado a Assad culpable antes de las conclusiones de los inspectores de la ONU. Sólo aceptarán un veredicto de culpabilidad. Cualquier otro veredicto será rechazado.»
El principio de una nueva guerra en Siria no se ajusta a los problemas económicos de Estados Unidos y los europeos. Vender armas es una manera de ganar dinero pero destruir un Estado sin esperanzas de recuperar la inversión a corto o mediano plazo sólo puede agravar una situación económica ya muy difícil.
Según un sondeo Reuters/Ipsos realizado después de las informaciones sobre el ataque del 21 de agosto más de 60% de los estadounidenses se oponen a una intervención en Siria y sólo un 9% sería favorable. Aún si estuviesen convencidos del uso de armas químicas por parte de Siria, un 46% de los estadounidenses seguirían oponiéndose a una intervención que sólo contaría con un respaldo del 25%. Ese mismo sondeo indica que los estadounidenses respaldan todavía menos la guerra secreta: el 89% declara que tampoco se debe armar a los rebeldes, contra un 11% que prefiere seguir armándolos. Los encuestadores propusieron a las personas interrogadas 4 opciones: golpes aéreos (respaldados por un 12%), creación de una zona de exclusión aérea (11%), financiamiento de una fuerza multinacional (9%) o una intervención directa de Estados Unidos (4%).
En Francia, el diario Le Figaro, propiedad del fabricante y vendedor de armas Dassault, también sondeó a sus lectores. Al cabo de un día, el 79,6% se había pronunciado contra la guerra, respaldada solamente por un 20,4%.
Será por lo tanto muy difícil para los occidentales invertir radicalmente el sentir de su opinión pública y entrar en guerra.
También es posible otra interpretación de los hechos. Ya que varios videos de víctimas de los ataques químicos fueron publicados en internet horas antes de los ataques, siempre cabe la posibilidad de que los occidentales «descubran» el engaño en el momento adecuado para dar marcha atrás. El escándalo de las supuestas armas químicas en Irak demostró, sin embargo, que los occidentales pueden darse el lujo de mentir a la comunidad internacional y reconocerlo ulteriormente –y sin mayores consecuencias– luego de haber cometido la fechoría que querían justificar.
Las acusaciones de los yihadistas y de sus padrinos occidentales se producen en medio de una vasta ofensiva del Ejército Árabe Sirio, bautizada «Escudo de Damasco» y destinada a limpiar los alrededores de la capital. El lanzamiento de los dos obuses de la «Brigada del Islam» tuvo lugar en respuesta al inicio de esa ofensiva, que se desarrolló durante 5 días y ocasionó grandes pérdidas a los yihadistas –al menos 1 500 bajas entre muertos y heridos. La agitación de los occidentales puede por lo tanto ser una forma de guerra sicológica tendiente a ocultar esa derrota y a paralizar a la vez la ofensiva siria. Para Washington es en todo caso una forma de poner a prueba la respuesta iraní después de la elección de Hassan Rohani como presidente. Y ahora se sabe claramente que este último no podrá oponerse a la política del Guía de la Revolución, el ayatola Ali Khamenei.
En el momento de la guerra contra Libia subestimé la capacidad de Estados Unidos para violar todas las reglas, incluyendo las de la OTAN. Basándome en el contenido de los documentos de la propia OTAN, insistía yo en la larga capacidad de resistencia de la Yamahiriya ante su oposición armada. Yo no sabía en aquel momento que una reunión secreta había tenido lugar en la base de la OTAN en Nápoles, a espaldas del Consejo de la alianza atlántica. Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Dinamarca y Turquía, con Israel, Qatar y Jordania estaban planificando en secreto el uso de los medios de la OTAN para bombardear la capital de Libia [1]. Excluyeron de aquella reunión a los aliados que se oponían a un ataque tan costoso en vidas humanas. La OTAN había dejado de ser una «alianza» en el sentido real de la palabra para convertirse en una coalición de circunstancia. En pocos días, la toma de Trípoli dejó un saldo de 40 000 muertos, según los informes internos de la Cruz Roja. Un dispositivo similar puede estar organizándose en este momento ya que los jefes de estado mayor de prácticamente los mismos países –a los que se unen ahora Arabia Saudita y Canadá– están reunidos, desde el domingo y hasta esta noche [martes 27 de agosto de 2013] en Amman, bajo la presidencia del comandante del CentCom, el general Lloyd J. Austin III. Los participantes estudian 5 opciones: entrega de armas a los Contras, imposición de una zona de no sobrevuelo, creación de zonas-tapones e invasión terrestre.
La prensa atlantista está llamando a la guerra. En Londres, The Times ya la anuncia.
El presidente Barack Obama podría seguir, de esa manera, el plan de guerra ya establecido por su predecesor George W. Bush desde el 15 de septiembre de 2001, plan que además de los ataques contra Afganistán e Irak preveía también las agresiones contra Libia y Siria, como ha revelado el general estadounidense Wesley Clark [2], ex comandante de la OTAN. Problema: por primera vez, el blanco seleccionado dispone de muy serias alianzas.
Esa variante contradice, sin embargo, todos los esfuerzos que la administración Obama había venido realizando desde hace un año para eliminar los obstáculos a la celebración de la conferencia Ginebra 2: dimisión del general David Petraeus y de los partidarios de la guerra secreta; no renovación del mandato de Hillary Clinton y de los ultrasionistas; acusaciones legales invalidantes contra los opositores irreductibles de toda alianza con Rusia, esencialmente en el seno de la OTAN y del escudo antimisiles. Y también contradice los esfuerzos de John Brennan, el ahora jefe de la CIA, por provocar enfrentamientos en el seno de la oposición armada siria, por exigir la abdicación del emir de Qatar y amenazar a Arabia Saudita.
Mientras tanto, Siria se prepara, en la medida de lo posible, para cualquier eventualidad, incluyendo un bombardeo de la OTAN contra los centros de mando y los ministerios, acción que puede estar coordinada con un asalto de los yihadistas contra la capital. Pero la opción más probable no es el inicio de una guerra regional que escaparía al control de las potencias occidentales sino un ataque –en otoño– bajo la supervisión de Arabia Saudita y concretado por los combatientes que ese reino está reclutando actualmente, operación que se desarrollaría con el posible respaldo de la Liga Árabe.

Gli occidentali sono pronti a bombardare la Siria?

di Thierry Meyssan
Fingendo di credere a un attacco chimico del governo siriano contro il proprio popolo, Washington, Londra e Parigi stanno battendo i tamburi di guerra. Dovremmo prendere sul serio queste minacce da parte di Stati che annunciano come imminente, da oltre due anni, la caduta della Siria? Benché non si debba escludere questa opzione, Thierry Meyssan ritiene che sia meno probabile di un intervento organizzato dall’Arabia Saudita. Questa agitazione avrebbe piuttosto lo scopo di testare le reazioni della Russia e dell’Iran.
Rete Voltaire| Damasco (Siria)| 28 agosto 2013
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Cosa frulla per la testa del premio Nobel per la Pace Barack Obama? Domenica 25 agosto, la Casa Bianca ha rilasciato una dichiarazione in cui un anonimo alto funzionario ha affermato che ci sono "pochissimi dubbi" sull’uso da parte della Siria di armi chimiche contro la propria opposizione. Il comunicato aggiunge che l’accordo della Siria per far entrare gli ispettori delle Nazioni Unite nella zona arriva "troppo tardi per essere credibile".
Sebbene l’uso di armi chimiche nella periferia di Damasco - in data mercoledì 21 agosto 2013 - sia assai probabile, il Consiglio di Sicurezza delle Nazioni Unite non ha concluso che sia opera del governo siriano. Riuniti in emergenza su richiesta degli occidentali, gli ambasciatori sono rimasti sorpresi nel vedere il loro collega russo presentar loro delle foto satellitari che mostrano il tiro di due obici alle ore 01:35 del mattino, dalla zona ribelle di Duma verso le zone ribelli colpite dai gas (a Jobar e tra Arbin e Zamalka), in orari coincidenti con i disturbi rilevati. Le foto non ci consentono di sapere se si trattasse di obici chimici, ma lasciano pensare che la "Brigata dell’Islam" che occupa Duma abbia preso ben tre piccioni con una fava: da una parte rimuovere il sostegno dei suoi rivali in seno all’opposizione, d’altra parte accusare la Siria di aver fatto ricorso alle armi chimiche, infine interrompere l’offensiva dell’esercito arabo siriano volta a liberare la capitale .
Ancorché il governo siriano - esattamente come il suo nemico israeliano - non abbia firmato la Convenzione contro le armi chimiche e disponga di ampie scorte, anche i jihadisti ne possiedono, come ha confermato Carla Del Ponte, suscitando la furia del Commissario per i diritti umani. A dicembre, l’Esercito siriano libero aveva diffuso un video che mostrava un laboratorio chimico e minacciava gli alauiti. Questa settimana, il governo ha scoperto parecchi nascondigli di armi chimiche, maschere antigas e antidoti nei sobborghi di Damasco. I prodotti provenivano dall’Arabia Saudita, dal Qatar, dagli Stati Uniti e dai Paesi Bassi. È d’altronde su richiesta del governo siriano, e non degli occidentali, che gli ispettori dell’ONU sono presenti in Siria per due settimane, al fine di indagare sulle accuse di utilizzo. Infine, il 29 maggio 2013, la polizia turca ha arrestato una decina di membri del Fronte Al-Nusra e sequestrato armi chimiche che dovevano essere utilizzate in Siria.
Tuttavia, venerdì il presidente Obama ha riunito il suo Consiglio Nazionale di Sicurezza per esaminare le opzioni di attacco contro la Siria, alla presenza dell’Ambasciatrice Samantha Power, capofila dei falchi liberali. Ha deciso di rafforzare la presenza militare USA nel Mediterraneo, inviando un quarto cacciatorpediniere, caricato con missili da crociera, l’USS Ramage. Si aggiunge all’USS Gravely, l’USS Barry e l’USS Mahan che si è mantenuto nella zona quando doveva rientrare in porto.
Sabato ha chiamato al telefono il primo ministro britannico David Cameron. E domenica ha parlato con il presidente francese François Hollande. I tre uomini hanno convenuto che occorreva intervenire senza specificare come. Sempre domenica, il segretario di Stato John Kerry ha chiamato i suoi omologhi britannico, francese, canadese e russo per dir loro che gli Stati Uniti avevano la convinzione che la Siria avesse attraversato la "linea rossa".
Mentre i primi tre interlocutori lo ascoltavano stando dritti sull’attenti, il russo Sergey Lavrov manifestava tutto il suo stupore sul fatto che Washington si pronunciasse prima della relazione degli ispettori delle Nazioni Unite. Gli ha risposto ammonendolo sulle "conseguenze estremamente gravi" che rappresenta un intervento nella regione.
Lunedì il ministro francese della Difesa, Jean-Yves Le Drian era in Qatar e doveva recarsi negli Emirati per coordinarsi con essi. Mentre il consigliere per la sicurezza nazionale israeliana, il generale Yaakov Amidror, è stato ricevuto alla Casa Bianca. Nel corso di una conversazione telefonica tra il primo ministro britannico David Cameron e il presidente russo Vladimir Putin, quest’ultimo ha sottolineato che non vi era alcuna prova dell’uso di armi chimiche da parte della Siria. Da parte sua, il viceministro cinese degli Affari Esteri, Li Baodong, ha chiamato il suo omologo statunitense, Wendy R. Sherman, per invitare gli Stati Uniti ad esercitare moderazione. Consapevole del rischio di una guerra regionale in cui i cristiani sarebbero le prime vittime, Papa Francesco ha ribadito il suo appello per la pace.
Dovremmo quindi pensare che l’Occidente andrà in guerra senza un mandato del Consiglio di sicurezza, come la NATO fece in Jugoslavia? È poco probabile, perché all’epoca la Russia era in rovina, oggi dovrebbe intervenire dopo aver pronunciato tre veti per proteggere la Siria o rinunciare a qualsiasi azione internazionale. Tuttavia Sergey Lavrov ha saggiamente scartato una terza guerra mondiale. Ha detto che il suo paese non era pronto a entrare in guerra contro chiunque, neanche a proposito della Siria. Potrebbe quindi trattarsi di un intervento indiretto a sostegno della Siria, come ha fatto la Cina durante la guerra del Vietnam.
L’Iran ha fatto quindi sapere, attraverso il suo vice capo di stato maggiore, Massoud Jazayeri, che per lui l’attacco alla Siria sarebbe l’attraversamento della "linea rossa" e che se fosse passata all’azione , la Casa Bianca si troverebbe a sopportare "gravi conseguenze". Certo l’Iran non ha né le risorse della Russia, né le sue alleanze, ma fa sicuramente parte delle prime 10 potenze militari mondiali. Pertanto, attaccare la Siria significa prendersi il rischio di ritorsioni contro Israele e di rivolte in gran parte del mondo arabo, specie in Arabia Saudita. Il recente intervento della forza libanese di Hezbollah e le dichiarazioni del suo segretario generale, Hassan Nasrallah, come pure quelle dell’organizzazione palestinese FPLP-Comando generale, non lasciano adito a dubbi.
Intervistato dalla stampa russa, il presidente siriano Bashar al-Assad, ha dichiarato: "Le dichiarazioni fatte dai politici negli USA e in altri paesi occidentali rappresentano un insulto al buon senso e una mancanza di riguardo nei confronti dell’opinione pubblica dei cittadini di quei paesi. È un’assurdità: in primo luogo, sollevano le accuse, e poi raccolgono le prove. Ed è uno dei più potenti paesi a far questo: gli Stati Uniti. (...) Questo genere di accuse è esclusivamente politico, rispondono alla serie di vittorie registrate dalle forze governative sui terroristi".
In Russia, il Presidente della Commissione Affari Esteri della Duma, il giornalista ed esperto di geopolitica Alexei Pushkov, ha commentato sul suo account Twitter:
"Washington e Londra hanno dichiarato Assad colpevole ben prima delle conclusioni degli ispettori dell’ONU. Non accetteranno altro che un verdetto di colpevolezza. Qualsiasi altro verdetto sarà respinto."
Il principio di una nuova guerra in Siria non quadra bene con i problemi economici degli Stati Uniti e degli europei. Quantunque la vendita di armi sia un modo per fare soldi, distruggere uno stato senza speranza di ritorno sugli investimenti a breve o a medio termine, non potrà che aggravare la situazione.
Secondo un sondaggio Reuters/Ipsos condotto dopo l’attacco del 21 agosto, il 60% degli statunitensi si oppone a un’intervento in Siria contro il 9% che lo sostiene. Se venissero convinti dell’uso di armi chimiche in Siria, rimarrebbero in una misura del 46% ad opporsi comunque alla guerra e diventerebbero il 25% in favore. Lo stesso sondaggio indica che gli statunitensi apprezzano ancora meno la guerra segreta: addirittura l’89% dichiara che non si dovrebbe più armare i ribelli, contro l’11% che li vuole armare ancora. Infine, quattro opzioni sono state presentate ai partecipanti: attacchi aerei (sostenuti dal 12%), la creazione di una no-fly zone (11%), il finanziamento di una forza multinazionale (9%), e un intervento diretto degli Stati Uniti (4%).
In Francia, Le Figaro, edito dal mercante d’armi Dassault, ha posto la questione ai suoi lettori: alla fine della giornata, era il 79,6% ad opporsi alla guerra contro il 20,4% in favore.
Sarà sicuramente difficile per gli occidentali rovesciare l’orientamento della loro opinione pubblica ed entrare in guerra.
Un’altra interpretazione degli avvenimenti è possibile: alcuni video che mostrano le vittime degli attacchi chimici si sono diffusi su internet poche ore prima degli attacchi. Sarà sempre possibile per gli occidentali "scoprire" l’inganno nel tempo e far marcia indietro. Tuttavia il caso delle armi chimiche in Iraq ha dimostrato che gli occidentali potevano mentire alla comunità internazionale e ammetterlo poi senza danno né pena una volta maturato il fatto compiuto.
Le accuse degli jihadisti e dei loro sponsor occidentali sono intervenute non appena l’esercito arabo siriano ha lanciato una grande offensiva, "Scudo di Damasco", per liberare la capitale. Il colpo dei due obici della "Brigata dell’Islam" corrisponde all’inizio dell’offensiva, che si è svolta per 5 giorni e ha provocato perdite significative tra i jihadisti (almeno 1.500 morti e feriti, sui circa 25.000 presenti). Tutta questa agitazione può essere solo una forma di guerra psicologica intesa sia a nascondere questa sconfitta sia a tentare di paralizzare l’offensiva siriana. È sopratutto un modo da parte di Washington di testare la risposta iraniana dopo l’elezione di Sheikh Hassan Rohani alla sua presidenza. Ed è ormai chiaro che questi non intende opporsi alla politica della Guida della Rivoluzione, l’ayatollah Ali Khamenei.
Nondimeno, durante la guerra contro la Libia, avevo sottovalutato la capacità degli Stati Uniti di violare tutte le regole, comprese quelle della NATO. Mentre, basandomi su documenti dell’Alleanza Atlantica, insistevo sulla lunga capacità di resistenza della Jamahiriya di fronte alla sua opposizione armata , ignoravo lo svolgersi di una riunione segreta presso la base NATO di Napoli, dietro le quinte del Consiglio Atlantico. A quel tempo, gli Stati Uniti, il Regno Unito, la Francia, la Danimarca e la Turchia - oltre a Israele, Qatar e Giordania - pianificavano in segreto l’uso di mezzi dell’Alleanza per bombardare Tripoli [1].
Non fidandosi dei loro alleati, che sapevano contrari a un attacco così costoso in termini di vite umane, non li avevano avvertiti. L’Alleanza Atlantica non era più un’Alleanza nel vero senso della parola, ma una Coalizione ad hoc. In pochi giorni, la presa di Tripoli ha fatto almeno 40mila morti, secondo i rapporti interni della Croce Rossa.
Un dispositivo simile è forse in corso di allestimento: i capi di stato maggiore all’incirca degli stessi Stati, più l’Arabia Saudita e il Canada, si sono riuniti da domenica fino alla sera del 27 agosto ad Amman, sotto la presidenza del comandante del CentCom, il generale Lloyd J. Austin III. Sul tavolo i dettagli di cinque possibili opzioni (forniture di armi ai Contras; bersagli mirati; creazione di una no-fly zone; creazione di zone cuscinetto; invasione terrestre).
La stampa atlantista fa appello alla guerra. Il Times di Londra l’annuncia.
Il presidente Barack Obama potrebbe così seguire il piano di guerra elaborato dal suo predecessore George W. Bush il 15 settembre 2001, che prevedeva, oltre agli attacchi contro l’Afghanistan e l’Iraq, quelli alla Libia e alla Siria, come ha rivelato l’ex comandante della NATO, generale Wesley Clark [2].

Solo che, per la prima volta, il bersaglio dispone di forti alleanze.
Con tutto ciò, la nuova retorica USA contraddice tutti gli sforzi prodotti dall’amministrazione Obama da un anno in qua, durante cui si è applicata per eliminare gli ostacoli allo svolgimento della conferenza di Ginevra 2: dimissioni del generale David Petraeus e dei sostenitori della guerra segreta; non riconferma del mandato di Hillary Clinton e degli ultra-sionisti; rimessa in causa degli oppositori irriducibili a un’alleanza con la Russia, in particolare in ordine alla NATO e allo scudo antimissile.
Contraddice similmente anche gli sforzi di John Brennan volti a provocare scontri in seno all’opposizione armata siriana e ad esigere l’abdicazione dell’emiro del Qatar, nonché a minacciare l’Arabia Saudita.
Da parte siriana, ci si prepara - per quanto si può - ad ogni evenienza, compreso un bombardamento da parte della NATO contro i centri di comando e i ministeri, coordinato con un assalto degli jihadisti contro la capitale. Tuttavia, l’opzione più probabile non è lo scatenamento di una guerra regionale che oltrepasserebbe le potenze occidentali. È semmai un attacco in autunno, sotto la supervisione dell’Arabia Saudita e approvato dai combattenti che essa recluta attualmente. Alla fine, questa operazione potrebbe essere sostenuta dalla Lega araba.

Les Occidentaux sont-ils prêts à bombarder la Syrie ?

par Thierry Meyssan
Faisant mine de croire à une attaque chimique du gouvernement syrien contre son propre peuple, Washington, Londres et Paris battent les tambours de la guerre. Faut-il prendre ces menaces au sérieux de la part d’États qui annoncent comme imminente, depuis plus de deux ans, la chute de la Syrie ? Bien qu’il ne faille pas exclure cette option, Thierry Meyssan pense qu’elle est moins probable qu’une intervention organisée par l’Arabie saoudite. Cette agitation aurait plutôt comme objectif de tester les réponses de la Russie et de l’Iran.
Réseau Voltaire| Damas (Syrie)| 27 août 2013
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Quelle mouche a donc piqué le Prix Nobel de la Paix Barack Obama ? Dimanche 25 août, la Maison-Blanche a diffusé un communiqué dans lequel un haut-fonctionnaire anonyme explique qu’il y a « très peu de doutes » de l’usage par la Syrie d’armes chimiques contre son opposition. Le communiqué ajoute que l’accord de la Syrie pour laisser pénétrer les inspecteurs de l’Onu dans la zone concernée vient « trop tard pour être crédible ».
Si l’usage d’armes chimiques dans la banlieue de Damas, le mercredi 21 août 2013 est fort probable, le Conseil de sécurité des Nations-Unies n’a pas conclu qu’il était le fait du gouvernement syrien. Réuni en urgence à la demande des Occidentaux, les ambassadeurs ont eu la surprise de voir leur collègue russe leur présenter des photos satellites montrant le tir de deux obus, à 01h35 du matin, depuis la zone rebelle de Douma dans les zones rebelles affectées par les gaz (à Jobar et entre Arbin et Zamalka) à des heures coïncidant avec les troubles relatés. Les photos ne permettent pas de savoir s’il s’agit d’obus chimiques, mais elles laissent penser que la « Brigade de l’islam », qui occupe Douma, a fait d’une pierre trois coups : d’une part éliminer les soutiens de ses rivaux au sein de l’opposition, d’autre part accuser la Syrie d’avoir recours aux armes chimiques, enfin perturber l’offensive de l’armée arabe syrienne pour dégager la capitale.
Si le gouvernement syrien —comme son ennemi israélien— n’est pas signataire de la Convention contre les armes chimiques et dispose de stocks importants, les jihadistes en ont aussi, comme l’a confirmé Carla del Ponte à la grande fureur du haut-Commissaire aux Droits de l’homme. En décembre, l’Armée syrienne libre avait diffusé une vidéo montrant un laboratoire chimique et menaçant les alaouites. Cette semaine, le gouvernement a découvert plusieurs caches d’armes chimiques, de masques à gaz et d’antidotes, dans la banlieue de Damas. Les produits provenaient d’Arabie saoudite, du Qatar, des États-Unis et des Pays-Bas. C’est d’ailleurs à la demande du gouvernement syrien, et non des Occidentaux, que des inspecteurs de l’Onu sont présents en Syrie pour deux semaines, afin d’enquêter sur les allégations d’usage. Enfin, le 29 mai 2013, la police turque a arrêté une douzaine de membres du Front Al-Nosra et saisi des armes chimiques qui devaient être utilisées en Syrie.
Pourtant, vendredi le président Obama réunissait son Conseil national de sécurité pour examiner les options d’attaque contre la Syrie en présence de l’ambassadrice Samantha Power, chef de file des faucons libéraux. Il décidait de renforcer la présence militaire US en Méditerranée en y envoyant un quatrième destroyer, chargé de missiles de croisière, l’USS Ramage. Il s’ajoute à l’USS Gravely, l’USS Barry et l’USS Mahan qui est maintenu sur zone alors qu’il devait rentrer au port.
Samedi il appelait au téléphone le Premier ministre britannique David Cameron. Et dimanche, il parlait avec le président français François Hollande. Les trois hommes convenaient qu’il fallait intervenir sans préciser de quelle manière. Dimanche encore, le secrétaire d’État John Kerry appelait ses homologues britannique, français, canadien et russe pour leur dire que les États-Unis avaient la conviction que la Syrie avait franchi la « ligne rouge ». Si ses trois premiers interlocuteurs l’écoutaient petit doigt sur la couture du pantalon, le Russe Sergey Lavrov s’étonna que Washington se prononce avant le rapport des inspecteurs des Nations Unies. Il lui répondit sur les « conséquences extrêmement graves » que représente une intervention dans la région.
Lundi le ministre français de la Défense, Jean-Yves Le Drian était au Qatar et devait se rendre aux Émirats pour se coordonner avec eux. Tandis que le conseiller de sécurité nationale israélien, le général Yaakov Amidror, était reçu à la Maison-Blanche. Lors d’un entretien téléphonique entre le premier ministre britannique David Cameron et le président russe Vladimir Poutine, ce dernier a souligné qu’il n’existait aucune preuve de l’usage d’armes chimiques par la Syrie. De son côté, le vice-ministre des Affaires étrangères chinois, Li Baodong, a téléphoné à son homologue US, Wendy R. Sherman, pour appeler les États-Unis à la retenue. Conscient du risque de guerre régionale dont les chrétiens seraient les premières victimes, le pape François Ier a réitéré ses appels à la paix.
Doit-on pour autant penser que les Occidentaux vont entrer en guerre sans mandat du Conseil de sécurité, comme l’Otan le fit en Yougoslavie ? C’est peu probable car à l’époque la Russie était en ruines, aujourd’hui elle devrait intervenir après avoir émis trois vétos pour protéger la Syrie ou renoncer à toute action internationale. Cependant Sergey Lavrov a sagement écarté une Troisième Guerre mondiale. Il a indiqué que son pays n’était pas prêt à entrer en guerre contre qui que ce soit, même à propos de la Syrie. Il pourrait donc s’agir d’une intervention indirecte de soutien à la Syrie, comme le fit la Chine durant la guerre du Vietnam.
L’Iran a alors fait savoir, par le biais de son chef d’état-major adjoint, Massoud Jazayeri, que pour lui l’attaque de la Syrie serait le franchissement de la « ligne rouge » et que, si elle passait à l’acte, la Maison-Blanche endurerait de « graves conséquences ». Certes l’Iran n’a ni les moyens de la Russie, ni ses alliances, mais elle fait certainement partie des 10 premières puissances militaires mondiales. Dès lors, attaquer la Syrie, c’est prendre le risque d’une riposte sur Israël et de soulèvements dans une grande partie du monde arabe, notamment en Arabie saoudite. L’intervention récente du Hezbollah libanais et les déclarations de son secrétaire général Hassan Nasrallah, comme celles de l’organisation palestinienne FPLP-Commandement général, ne laissent aucun doute.
Interrogé par la presse russe, le président syrien Bachar el-Assad, a déclaré : « Les déclarations émises par des politiciens états-uniens, occidentaux et d’autres pays constituent une insulte au bon sens et une expression de mépris envers l’opinion publique de leurs peuples. C’est un non-sens : d’abord on accuse, ensuite on rassemble les preuves. Cette tâche est menée par un pays puissant, les États-Unis (…) Ce genre d’accusation est exclusivement politique, elles répondent à la série de victoires enregistrées par les forces gouvernementales sur les terroristes ».
En Russie, le président de la Commission des Affaires étrangères de la Douma, le journaliste et géopoliticien Alexeï Pouchkov, a commenté sur son compte Twitter : « Washington et Londres ont déclaré Assad coupable bien avant les conclusions des inspecteurs de l’Onu. Ils n’accepteront qu’un verdict de culpabilité. Tout autre verdict sera rejeté ».
Le principe d’une nouvelle guerre en Syrie cadre mal avec les problèmes économiques des États-Unis et des Européens. Si vendre des armes est un moyen de gagner de l’argent, détruire un État sans espérer de retour sur investissement à court ou moyen terme, ne pourra qu’aggraver la situation.
Selon un sondage Reuters/Ipsos réalisé après l’attaque du 21 août, 60 % des États-Uniens sont opposés à une intervention en Syrie contre 9 % qui y sont favorables. S’ils étaient convaincus de l’usage d’armes chimiques par la Syrie, ils resteraient 46 % à s’opposer à la guerre et deviendraient 25 % à la soutenir. Le même sondage indique que les États-uniens apprécient encore moins la guerre secrète : ils sont 89 % à déclarer qu’il ne faut pas plus armer les rebelles, contre 11 % qui veulent les armer encore. Enfin, quatre options étaient proposées aux sondés : des frappes aériennes (soutenues par 12 %), la création d’une zone de non survol (11 %), le financement d’une force multinationale (9 %), et une intervention US directe (4 %).
En France, Le Figaro, édité par le marchand d’armes Dassault, a posé la question à ses lecteurs : au bout d’une journée, ils étaient 79,60 % à s’opposer à la guerre contre 20,40 % à la soutenir.
Il sera certainement difficile pour les Occidentaux de renverser leur opinion publique et d’entrer en guerre.
Une autre interprétation des événements est possible : certaines des vidéos montrant les victimes des attaques chimiques ont circulé sur Internet quelques heures avant les attaques. Il sera donc toujours possible aux Occidentaux de « découvrir » la supercherie le moment venu et de faire machine arrière. Cependant l’affaire des armes chimiques en Irak a montré que les Occidentaux pouvaient mentir à la communauté internationale et le reconnaître sans conséquence une fois leur forfait accompli.
Les accusations des jihadistes et de leurs sponsors occidentaux interviennent alors que l’Armée arabe syrienne lançait une vaste offensive, « Bouclier de Damas », pour dégager la capitale. Le tir des deux obus de la « Brigade de l’islam » correspondent au début de cette offensive qui s’est déroulée durant 5 jours et s’est soldée par d’importantes pertes parmi les jihadistes (au moins 1 500 blessés et tués, sur les 25 000 présents). Toute cette agitation peut n’être qu’une guerre psychologique à la fois pour masquer cette défaite et pour tenter de paralyser l’offensive syrienne. C’est surtout un moyen pour Washington de tester la réponse iranienne après l’élection de cheikh Hassan Rohani à sa présidence. Et il est désormais clair que celui-ci ne pourra pas s’opposer à la politique du Guide de la Révolution, l’ayatollah Ali Khamenei.
Cependant, durant la guerre contre la Libye, j’avais sous-estimé la possibilité des États-Unis de violer toutes les règles, y compris celles de l’Otan. Alors que, me basant sur des documents de l’Alliance atlantique, j’insistais sur la longue capacité de résistance de la Jamahiriya face à son opposition armée, j’ignorai la tenue d’une réunion secrète sur la base Otan de Naples, dans le dos du Conseil atlantique. À l’époque, les États-Unis, le Royaume-Uni, la France, le Danemark et la Turquie, ainsi qu’Israël, le Qatar et la Jordanie planifiaient en secret l’usage des moyens de l’Alliance pour bombarder Tripoli [1]. Ne faisant pas confiance à leurs alliés, qu’ils savaient opposés à une attaque si coûteuse en vies humaines, ils ne les avaient pas prévenus. L’Alliance atlantique n’était plus une Alliance proprement dite, mais une Coalition ad hoc. En quelques jours, la prise de Tripoli fit au moins 40 000 morts, selon les rapports internes de la Croix-Rouge. Un tel dispositif est peut-être en cours d’organisation : les chefs d’état-major d’à peu près les mêmes États, plus l’Arabie saoudite et le Canada, sont réunis depuis dimanche et jusqu’à ce soir à Amman, sous la présidence du commandeur du CentCom, le général Lloyd J. Austin III. Ils envisagent cinq options possibles (fournitures d’armes aux Contras ; bombardements ciblés ; création d’une zone de non-survol ; mise en place de zones tampons ; et invasion terrestre).
La presse atlantiste appelle à la guerre. Le Times de Londres l’annonce.
Le président Barack Obama pourrait ainsi suivre le plan de guerre établi par son prédécesseur George W. Bush, le 15 septembre 2001, qui prévoyait, outre les attaques de l’Afghanistan et de l’Irak, celles de la Libye et de la Syrie, ainsi que l’a révélé l’ancien commandeur de l’Otan, le général Wesley Clark [2]. Sauf que, pour la première fois, la cible dispose d’alliances sérieuses.
Toutefois, la nouvelle rhétorique US contredit l’ensemble des efforts de l’administration Obama depuis un an qui s’est appliquée à éliminer les obstacles à la tenue de la conférence de Genève 2 : démission du général David Petraeus et des partisans de la guerre secrète ; non-renouvellement du mandat d’Hillary Clinton et des ultra-sionistes ; mise en examen des opposants irréductibles à une alliance avec la Russie, notamment au sein de l’Otan et du Bouclier antimissiles. Il contredit également les efforts de John Brennan de provoquer des affrontements au sein de l’opposition armée syrienne ; d’exiger l’abdication de l’émir de Qatar ; et de menacer l’Arabie saoudite.
Côté syrien, on se prépare autant que se peut à toute éventualité, y compris un bombardement par l’Otan contre les centres de commandement et les ministères coordonné à un assaut des jihadistes contre la capitale. Cependant, l’option la plus probable n’est pas le déclenchement d’une guerre régionale qui déborderait les puissances occidentales. C’est une attaque, à l’automne, supervisée par l’Arabie saoudite, et endossée par les combattants qu’elle recrute actuellement. Éventuellement, cette opération pourrait être soutenue par la Ligue arabe.


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