sábado, 26 de noviembre de 2011

¿Por qué teme la policía la intervención internacional?

Víctor Manuel Ramos
El ambiente nacional, como consecuencia de la podredumbre que ha salido a relucir desde el interior de la policía nacional y de otras instituciones encargadas de hacer justicia en el país, está tan enrarecido a tal grado que, como dice Saramago, bien podría partirse con un bisturí.
La Universidad, consecuente con el papel que le asigna la Constitución y en franca identificación con el pueblo hondureño que se siente manos arriba por parte de quienes deberían ser el respaldo para su seguridad, ha insistido en que planteará una depuración a fondo de la policía y para tal fin propone una comisión, incluidos los requisitos de quienes deben integrarla y las funciones que deberán cumplir,  que será integrada por nacionales y representantes de organismos internacionales para asegurarnos que haya resultados que satisfagan realmente las expectativas del pueblo hondureño de juzgar y encarcelar a los agentes y oficiales ligados a la transgresión de la ley, al crimen, para decirlo con la palabra que corresponde.
Desde la parte oficial y, sobre todo, desde el interior de la policía misma, han surgido las voces que se oponen a que en la comisión interventora se integren personajes de otras latitudes. Y me pregunto, ¿Porqué, estos comisionados y estos policías, porqué estos ministros y funcionarios públicos hacen tanta oposición a esta integración? Si realmente forman parte de los buenos, ¿qué temor albergan?, ¿porqué no facilitan las cosas y se ponen, espontáneamente, a merced de los organismos de justicia para comprobar su inocencia?
Ahora resultan ultranacionalistas, no ven conveniente que vengan de fuera a intervenir en nuestros asuntos, pero no dicen nada frente a la intervención del Fondo Monetario Internacional y de Banco Mundial en las decisiones económicas de nuestro país, ni dicen nada de la presencia de bases extranjeras en Honduras, ni derramaron indignación cuando Wikileaks destapó que el embajador Lorens presionó a Lobo para que pusiera a tales ministros y  no pusiera a otros y que el golpe de Estado se dio gracias a la intervención gringa.
Hay quienes pregonan que hay policías buenos y malos. Yo no acepto tal afirmación a priori, porque si de manzanas podridas se trata, es necesario revisar todo el contenido del canasto, pues sabido es  que las podridas no saldrán por su propio pie, que las hay que tratarán de camuflarse y esconderse entre las buenas, que otras que aparentaran plena salud y que no hay otra forma de saber quién es quien si no es mediante un examen minucioso a todas.
Esa insistencia, en el seno de la dirigencia de la policía, para evitar a toda costa que las costillas le sean examinadas y que se les tome una tomografía que revele toda la realidad no deja de ser sospechosa y como tal debería de alertar al Presidente, al Ministro de Seguridad, a la Corte Suprema de Justicia, a la Fiscalía y al pueblo mismo, porque esto nos conduce a pensar que en todo esto hay gato encerrado.
Andrés Pavón ha denunciado que el 96% de las muertes extrajudiciales han sido ejecutadas por la policía y que estos delincuentes están en la impunidad. Pero a esto hay que agregar que esos asesinatos se han cometido con una brutalidad, que por su cotidianeidad ha dejado de asombrarnos, consistente en la decapitación y la desmembración de los cuerpos de los ejecutados. Imaginémonos solamente el nivel de bestialidad es estos agentes y oficiales. Dice también Pavón que la policía protege a los delincuentes que cobran, como agentes delincuenciales de la policía y para su beneficio, el impuesto de guerra que tiene acorralados a transportistas y comerciales.
La prensa ha desenterrado del olvido algunos expedientes que imputan a oficiales que aún siguen sin ser sancionados ni juzgados. Casos por los cuales, asombrosamente, la actual cúpula policial ha comenzado a acusar amnesia cuando es interrogada por los reporteros. La prensa también saco a la luz el que en las postas de Belén y de La Granja había verdaderas bandas policiales que dirigen el crimen en radio de acción de su territorio.
La Rectora de la UNAH, Julieta Castellanos, por su parte ha expresado que “los elementos que han surgido de las investigaciones son realmente preocupantes”, “Yo diría que estamos hablando de un cartel policial” integrado por cúpulas que han estado o que seguirán estando en la policía”, y, acto seguido, reafirma su determinación de mantener el dedo sobre la llaga hasta que se nombre la Comisión interventora de la policía, que no deberá dejar de funcionar mientras es sometida e investigación.
Luego de que saliera a la luz pública la podredumbre de la policía y que se ejecutara la operación relámpago, se tuvo la impresión de que el crimen había disminuido, pero eso solo fue un espejismo porque, como se comprende, sin intervención, las bandas policiales no han sido desmanteladas, simplemente sus integrantes fueron reubicados pero continúan organizadas y, por lo que se ve, en acción, pues las muertes, los atracos, los secuestros y el cobro de los impuestos de guerra siguen su curso que ya, tras su insistencia, lo consideramos normal.
         Solo el miércoles 23 de noviembre, aparecen en un periódico 19 muertes violentas, incluida la de un niño que fallece como consecuencia de una balacera entre policías y falsos policías. Y, también, ha continuado el asesinato de estudiantes universitarios.
         Está en manos de la dirección política del Estado la salida de este embrollo engorroso que nos ha situado en el sitio del país más violento del mundo. No vemos en ellos la voluntad decidida y necesaria. De no ser así, corresponde al pueblo tomar la iniciativa para reencauzar las cosas y hacer justicia de verdad, porque, como dice Julio Escoto, Claro que hay soluciones.

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